miércoles, 9 de diciembre de 2009

Como evitar atracones de comida


La mayoría de nosotros somos personas “normales”. No todos llevamos adelante dietas perfectas y muchos tenemos reiterados atracones de comida. Pero, ¿si estamos al tanto de estas falencias, por qué no intentamos mejorar? Conocer un poco sobre nuestra salud y la nutrición alimentaria puede ayudar a tomar decisiones adecuadas.

Muchas personas son víctimas de atracones por antojos de comida. Distintos estudios señalan que es común que estos atracones ocurran en ciertos momentos, a menudo cerca de la hora de ir a la cama. Tu guardia puede estar baja, puedes haber tenido un día particularmente difícil, y la forma en que decides darte un gusto podría no ser la más feliz. La fatiga y el estrés, con frecuencia, se combinan y asumen un papel protagónico.

Cuando los antojos de comida no son forzados, lo que comienza como un simple bocadillo antes de ir a la cama, se transforma rápidamente en un irrefrenable frenesí alimentario. En muchas ocasiones, ni siquiera nos damos cuenta de lo que está ocurriendo.

A veces, nos dirigimos a la cocina y a todos aquellos lugares donde se esconde la comida, borrando nuestras propias huellas a medida que avanzamos en el camino.

La mayoría de estos excesos poco tienen que ver con la satisfacción de una necesidad nutricional. De hecho, parecen estar más relacionados al aspecto emocional y la gula. Exactamente, no se conoce los motivos por los que nos permitimos estos desbarajustes, sin embargo el conocimiento sobre el tema cada vez es mayor. Estos son algunos pensamientos e ideas acerca de los atracones:

A veces, el hecho de ser conciente de que está ocurriendo un atracón parece no ayudar. No te desanimes. Siempre hay un mañana. Llama a un amigo o amiga, has uso de tu red de apoyo y comparte tus sentimientos con alguien.

Duerme lo suficiente. Cuando estás casado, es más fácil caer en la tentación de la comida.

Nunca te rindas. Cuando estés en la cama, y sientas la proximidad de ese deseo irrefrenable, has lo necesario para volver a ganar el control. Trata de practicar la restricción, pero no te vuelvas legalista y desequilibrado en tu búsqueda de perder peso. Piensa en la moderación más que en la abstinencia.

Entiende que el autocontrol y la disciplina, en sí mismos, en lo cortarán. Si dependes completamente de tu control, podrías fallar. Necesitas formar un círculo de relaciones de apoyo e interés. Si todavía no tienes una red de soporte, comienza a construirla en este momento.

Ejercita. La actividad física incrementa la producción de endorfinas, lo que te dará una sensación de bienestar. Trata de realizar, al menos, 30 minutos de actividad física por día.

Emplea la moderación. En lugar de saturarte con todo tipo de comidas esperando que tus antojos desaparezcan, consume de 100 a 200 calorías de tu comida “antojadiza”.

Sustituye con comidas bajas en grasas y complejos hidratos de carbono. Si sientes deseos de chocolate, prueba con un yogurt dietético de ese sabor. Trata con barras de cereal para saciar tus deseos dulces.

Nunca saltees las comidas. Come cada tres o cinco horas. Realiza seis pequeñas comidas o colaciones regulares con snacks nutritivos.

Comprende que los atracones muchas veces están relacionados al estrés. En ese sentido, intenta otras formas de tratar el estrés crónico (un paseo en el parque, conexiones espirituales, baños de espuma, etcétera).

Todos éstos estimulan los neuroquímicos que activan regiones del cerebro que inducen al placer. Las técnicas de relajación pueden funcionar al reducir la producción total de estrés. De modo que debes sustituir las comidas placenteras por experiencias placenteras.

Ten cuidado de ciertas medicaciones. Éstas pueden estimular el apetito. Las drogas empleadas en el tratamiento de la depresión y del desorden bipolar pueden ser estimulantes del apetito. Otras drogas, asimismo, pueden tener los mismos efectos.

Si estás bajo un tratamiento farmacológico, discute este tema con tu médico de cabecera o farmacéutico de confianza. Debes poder encontrar una alternativa que no te lleve a abrir la puerta de la heladera con desesperación.

Distráete. Encuentra algo que hacer. Realiza una actividad que saque de tu cabeza las ansias de comer. Y continúa haciéndolo hasta que el deseo haya desaparecido.

Efectúa una revisión de tu refrigerador y de los aparadores de la cocina, y lleva a cabo una “limpieza general”. Arroja todo aquello que no sea saludable, todo aquello que está esperando para sabotear tu dieta, y comienza a comprar con más inteligencia.

Un poco de previsión y un cuidadoso planeamiento serán la forma de mejorar tus chances de éxito.

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